Si alguna vez se os ocurre ir de excursión a la pequeña isla de Okunoshima (大久野島), en la perfectura de Hiroshima, recibiréis la amable bienvenida de sus habitantes: cientos de conejitos.

Pero eso no es todo, porque Okunoshima esconde un pasado un tanto curioso.

Durante la Segunda Guerra Mundial se construyó una planta dedicada a la producción de municiones químicas, donde se fabricaba principalmente gas tóxico con el fin de protegerse de presuntos ataques de las fuerzas enemigas. Todo esto se mantuvo en secreto durante años, hasta que en 1988 se inauguró el Museo de Gas Venenoso de la isla, principalmente con la intención de advertir a todos los visitantes posibles sobre las espantosas verdades del gas venenoso.

Se presupone que la superpoblación de conejos se debe a que, durante la época en la que funcionaba la fábrica de gas tóxico se utilizaban estos animalitos para hacer algunas pruebas. Afortunadamente, estas actividades cesaron después de la guerra y desde ese momento los conejos han podido vivir tranquilos y felices en libertad a lo largo y ancho de toda la isla.

A pesar de que Okunoshima es una isla muy pequeña, ésta tiene un museo para los niños, un hotel, un campo de golf y terreno para hacer acampada. Otro de sus atractivos son las limpias aguas del Mar de Seto, donde los turistas suelen acudir a bañarse. Además, también hay un restaurante, una cafetería y una tienda de souvenirs, donde también venden comida para los conejos.

La mejor ruta para llegar a la isla es tomando un teleférico desde el Puerto de Tadanoumi y luego tomar una embarcación. El puerto está a 5 minutos a pie de la estación de JR de Tadanoumi, entre Takehara y Mihara en la línea Kure. El trayecto tiene una duración de dos horas si tomas un ferrocarril desde Hiroshima.

Si queréis más información sobre las cosas que se pueden hacer en la isla, podéis visitar la página web oficial del Kyukamura National Park Resort Okunoshima.