Orígenes de la literatura japonesa: tradición oral

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Seguro que la gran mayoría conoce los inicios de la literatura japonesa con las dos grandes obras mitológicas: Kojiki y Nihonshoki. Pero, ¿qué hay antes de estas obras? ¿Cuáles son sus precedentes? Si te interesa saberlo, continúa leyendo. ¡Nosotros te lo explicamos!


En primer lugar, hay que concretar que el Kojiki es una obra escrita. Su lectura en voz alta y su difusión oral pueden ser muy difíciles de hacer y poco recomendables. No obstante, su origen se basa en una gran tradición oral que se heredó de generación en generación.

Una de las figuras más importantes en esta tradición es la del kataribe. Era una mujer que se dedicaba principalmente a narrar historias mitológicas al resto de ciudadanos de la zona; dependiendo de la región estos relatos podían variar. Las kataribe transmitían las historias a sus sucesoras para que ellas las narrasen en un futuro a la siguiente generación permitiendo así la conservación de las tradiciones más antiguas de la cultura japonesa. Aunque la gran mayoría sufrían pequeños cambios producidos por la misma kataribe para innovar y atraer al público.
Era una figura muy venerada. Pues al estar relacionada con los rituales religiosos, se creía que todo lo que ellas contaban era cierto porque los dioses se lo habían mostrado a ellas y a sus antepasados con la intención de que lo contasen al pueblo. Era de tal importancia que llegó a tener un puesto oficial dentro de la corte imperial. 
Al no existir aún la escritura en Japón (recordemos que el Kojiki fue el primer libro y se escribió en el 712 d.C.), todos los relatos debían aprendérselos de memoria y recitarlos sin ningún tipo de anotación delante. Esto les otorgaba un carácter de "genio" a las kataribe, ya que no todos podían lograr a aprenderse todos los mitos y leyendas de memoria.

¿Y cómo podían recitar todo de memoria sin ninguna pausa? A la hora de recitar disponían de diversas fórmulas que se pueden observar en el propio Kojiki. Estas "fórmulas" eran similares a los epítetos en griego, es decir, aposiciones detrás de un nombre de persona o lugar que indicaban alguna característica. Un ejemplo sería: "Amaterasu, diosa del sol" o "Susanô, dios de la tormenta". Eran fórmulas descriptivas que permitían a la kataribe recordar las oraciones que le tocaban decir a continuación. En el poema Manyoshu se llaman marukotoba, pero es el nombre sólo indicado a la poesía, por lo que no se pueden llamar así a las fórmulas del Kojiki y del Nihonshoki. Además, disponían de muchos otros recursos estilísticos como pueden ser las metáforas ya formuladas que se repetían en diferentes ocasiones.


Así pues, ¿por qué se decidió concentrar toda esta tradición oral en un libro? Las creencias religiosas en Japón eran muy diferentes según la zona geográfica, hasta tal punto que podían llegar a considerarse culturas diferentes. Por eso, la emperatriz Genmei (660-721) ordenó que se realizase una obra que reuniese todas las variantes e hiciese una versión general para todo el país. La intención era unificar la nación en una misma cultura y justificar el mandato del emperador. El Kojiki cuenta que el primer emperador de Japón era hijo de la diosa Amaterasu y que, por tanto, toda la familia imperial estaba ligada a los dioses. 
Asimismo, es probable que este intento de realizar una obra escrita se debiese a que, con el paso del tiempo, la importancia de la kataribe fue disminuyendo y no se quería perder toda esta tradición propia de Japón (con influencias de la cultura china y coreana).


Con esto termina nuestra pequeña introducción a la tradición oral de la cultura japonesa. Sin duda, es un aspecto cultural muy importante que nos ayuda a comprender más, no solo del origen de su literatura y de su religión, sino también de su historia.


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