Durante el período Edo los niños plebeyos tenían unas escuelas muy particulares a las que asistir, aunque eran privadas. Estaban en los templos y les enseñaban a leer y escribir. Anteriormente las escuelas públicas sólo estaban abiertas a los niños de los samurái y de las familias gobernantes. Con el auge de la clase mercante en Japón, los niños de los mismos empezaron a asistir a los terakoya.
A pesar de que se centraban en asignaturas como leer y escribir, también incluían ámbitos como aprender a contar con ábaco, caligrafía, historia y geografía. En el caso de las niñas, se les enseñaba a coser, a hacer correctamente la ceremonia del té, ikebana (arreglo floral), y otros artes. Los terakoya ofrecían una educación superior con libros que contenían información acerca de la vida diaria, los preceptos del hogar, los valores morales y las habilidades conversacionales, además de la ya mencionada historia y geografía.
Este tipo de escuelas desaparecieron cuando el gobierno Meiji implantó el Sistema Educacional en 1872. A partir de aquí se hizo obligatorio asistir a la escuela pública y recibir la educación básica. Gracias a este sistema, sin embargo, la población japonesa del período Edo logró alcanzar un nivel de alfabetización considerablemente alto. Se calcula que un 50% de los hombres y un 20% de las mujeres logró alcanzar este grado.
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